Love will tear us apart.
A mi lado está un hombre, o un intento de hombre que por poco olvida para siempre que es hombre. Conocí a Ian hace pocas horas.
Estaba caminando cerca de la estación del tren. Escuchaba la canción que da inicio a esta historia, mientras me dirigía al muelle, cuando de pronto vi a Ian caminar sin rumbo fijo. Tenía la mirada perdida, movimientos sin son. Este hombre es una canción mal tocada. Es producto de lo que le pasa. Es -como diría Jarvis Cocker- un "bad cover version".

Abrigado, y con las manos en el bolsillo -tratando esconderme del frío- me llama la atención aquel joven de cabellos ondulados que parece buscar algo. Al acercarme me dice que está buscando algo que ya olvidó. La mirada perdida, la barba crecida, sus pómulos hinchados me dicen que algo no anda bien.

Ante esta situación, pienso que podré postergar mi almuerzo con Robert Smith para mañana. Este es uno de los días en que algo se cruza en el camino, ofreciendo la opción de cambiar el día -o talvez la vida-.
Ian es la oferta de hoy, es el menú del día. Uno decide si es que lo toma o lo deja.
Me siento junto a él, justo en la riel del tren. Ambos esperamos morir hoy.

Sin preguntar, Ian me empieza a contar que las cosas no le salen bien hace mucho tiempo. Tiene problemas en el trabajo, tiene una hija no deseada, una familia que ya no existe.
Cada vez que se pierde dentro de su innmuerable mundo de problemas, cada vez que se arrepiente de algo, se jala un cabello.
La conversación no es monótona, es mas bien ambiciosa. Ian tiene tono como a inglés. Es una contraproducción de la naturaleza que alguien tan mal se pueda expresar tan bien.

A esta altura de la charla, Ian tiene la mitad de la cabeza pelada. Trato de convencerlo de que no siga, pero él insiste en que cada vez que se saca un cabello, siente que el peso del mundo es menor .
Lágrimas van y vienen, furia y enojo a través de su llanto se manifiestan. Está desesperado, no sabe qué hacer.
Me dice que si es que tan solo hubiera podido hacer las cosas de diferente manera en el pasado, no estaría tan jodido. Que si tan solo hubiera sido un poco más fuerte en sus convicciones, no estaría conversando conmigo en este momento, estaría tirando quizás, jadeándose de "este mundo que es una mierda y que en tanto mierda no vale la pena hacerle caso" (frase citada textualmente). Lo miro a los ojos, las aparariencias no engañan, se está muriendo por dentro. Le queda tan poco aliento como cabellos en la cabeza.

Cierro los ojos, tratando de visualizar internamente su sentimiento, y así comprenderlo. Me dice que solo la muerte podrá aliviar su pesar, que de nada sirve que lo escuche -es un pendejo de mierda, pienso-. No importa, me quedaré aquí hasta que cambie de parecer, no sé qué decir, pero se que no debo dejarlo solo.
Estos fierros tiemblan. Ahora la vía férrea se estremece con sus penas también. Ahora somos 3 los cojudos.

A esta altura de la conversa, no le queda más que un pelo, y es justo en ese momento en que tenemos al tren frente a nosotros. No lo escuché y nadie nos avisó.
No tenemos reacción, estamos más fríos que estos fierros retorcidos. No tenemos fuerza, estamos jodidos.
Alcanzo a ver la sonrisa de aquel desgraciado que está a punto de matarnos. Lo odio sólo en milésimas de segundos.

Soy inmóbil frente al tren. Frente al miedo, frente al vacío.
De pronto el pito del tren hace despertar mis entrañas, que me dicen: haz algo huevón!.
Volteo la mirada, y cojo al maldito idiota suicida del cuello...
Me quedo más frío aún. Al verle la cara, resulta que el maldito idiota suicida soy yo. Esa es mi cara, esos mi ojos. Esos eran mis cabellos.
No alcanza tiempo para nada más. Cojo al suicida y lo jalo conmigo hacia el suelo, pero ya es demasiado tarde. El tren nos ha golpeado la pierna.
El queda tendido en el suelo. Yo estoy jodido.

El tren se ha detenido bruscamente. El maquinista baja para ver cómo estamos mi compañero y yo (o yo y yo). Otra vez soy yo. Resulta que el maquinista del tren también soy yo.

Estoy jodido. Yo he estado tratando de salvarme a mí, y en ese intento casi he sido arrollado por mi.

Antes de volverme loco, viene alguien más, este se parece mucho a mi. Se acerca para decirme que el mejor amigo, y el el peor enemigo de uno, es uno mismo.

Qué mierda.