Una mirada perdida, ojos enlatados de conserva.
Conserva el sentimiento, burlado por la pena.
Pena de penumbras, de lamentos en américa.
América de recuerdos sin fin, de cosas que fueron y ya no son.
Esta es la historia de un hombre que perdió lo que más quería.
Vivía muy solo, buscando aventuras que lo hagan sonreir. A veces las encontraba, a veces ellas lo encontraban.
Andaba por ahí buscando ojos verdes que lo eleven hasta los cometas.
De repente algún día los encontró. Esos ojos se convirtieron en los suyos y juntos empezaron a caminar. Muchos caminos andaron. Descalzos, con zapatos, con tillas, en zandalias. Sus plantas vieron de arenas, de tierras, de manglares, de hoteles, de bosques y desiertos.
Es tonto, sin embargo, pretender que el hombre de nueva mirada estuviera siempre felíz. No pues, a veces aquellos ojos veían lágrimas salir, a veces su mirada se opacaba, a veces simplemente no miraba. Se perdía en su locura de felicidad.
La verdad es que este hombre fue tan felíz que loco se volvió.
Muy felíz era al contemplar a su lado bellos ojos verdes y hermosos pies descalzos. Pero no podía con su sed de aventura. No supo administrar su alegría y terminó lastimando a su no mencionada compañía.
Muchas veces le decían que el viento se llevaría el brillo de los ojos de su compañera. Sin embargo, ignoraba el las advertencias, sonreía de alegría o tristeza al ver a su amada.
Vivieron así muchos meses, algunos años. Juntos eran el mundo. Juntos eran uno.
Lo que este hombre no sabía, es que una enfermedad tenía. No entendía que algunas cosas que decía, lastimaban a su compañía.
Nunca supo que su visión era a blanco y negro, nunca supo de colores. Nunca.
Así que empezó a explicar el mundo sin colores, y contagió de esta enfermedad a su amada.
Ese es el problema. Después de algunos años, la chica de los ojos verdes que sí distinguía colores, empezó a perder la visión.
Tanto fue su amor, que quería ver mundo tal como su compañero veía. Y quedó ciega de colores.
Hace poco me enteré que estuvieron a punto de disolverse. La chica pidió lejanía, por la pena que sentía al no ver más los colores, y porque juntos veían sombras. ..
Se también, que el fue a buscarla, a pedirle que no se aleje. A pedirle que intenten seguir caminando. Que ella intente recobrar la visión de colores, ya que el buscará sanar su enfermedad, para que juntos vean lo mismo.
Espero que lo hagan, pues pude conversar con el y vi su pena. Vi que ha reemplazado el otrora cariño de su amada, por un sillón de ortopedia que hace masajes, buscando sentir abrazos. Se que todos los días busca el arco iris.